POBRE LIBERTAD DE EXPRESIÓN

“Libertad de expresión” es el término más recurrente en los últimos días en la política española. Desde que el PP le ha retirado la palabra y algo más al señor Polanco, máximo exponente del Grupo Prisa, se han rasgado las vestiduras los partidos políticos, las organizaciones periodísticas con más o menos vinculación a la izquierda ídeológica y algún que otro gobierno autonómico, además del señor Presidente, José Luis Rodriguez Zapatero que ha calificado esta medida como la mayor reacción antidemocrática de un partido en la oposición. Unos y otros no paran de trascendentalizar lo del prójimo como si fuera siempre “lo más”, “la mayor”. De hoy en unos días vamos a hacer como aquel de Bilbao que le invitan a nadar y dice “yo nado de aquí al infinito y vuelta, nada más”.

En mi modesta opinión el señor Polanco está en su pleno derecho de decir lo que le plazca dentro de los límites legales que tenemos los ciudadanos de este país. Incluso como si le quiere perder el respeto al Partido Popular, es cuestión de educación. Además los medios vinculados a este señor pueden expresar opinión sobre lo que acontece en el mundo, sólo faltaría que no lo pudieran hacer. A quien le pique que se rasque, que diría el castizo. Ahora bien, el PP está en su derecho a expresar su opinión sobre el señor Polanco y los medios vinculados a él, solo faltaría. Incluso a no acudir a los actos organizados por el Grupo Prisa. La libertad de ir o no a una tertulia o un debate o una entrevista es del personaje y no del medio. El medio tiene la prerrogativa de dejar una silla vacia y decir que el representante de… ha rechazado la invitación. Cuántas veces lo hemos visto en la tele.

Otra cosa es que el Partido Popular impida el derecho de los medios de comunicación del Grupo Prisa a informar al ciudadano. Sus actos son públicos y por tanto abiertos a cualquier medio que desee informar. Si la información no responde a la verdad a juicio del convocante, pues se va a los tribunales y punto. Todo, o casi todo, está inventado. En el momento en que los servicios de prensa o de seguridad del Partido Popular impidan en un acto público, como es la convocatoria de una rueda de prensa o un miting abierto a los ciudadanos, que accedan los profesionales del Grupo Prisa será el momento de iniciar la vía de la protesta ante las entidades profesionales correspondientes. Hacerlo antes no deja de demostrar cierta cicatería política por aquello de alinearse a favor del medio, no sea que “a nosotros también nos den palo”.

Cada gobierno decide donde invierte los dineros con arreglo a las leyes videntes. De la oportunidad o no de colocar publicidad institucional en los diferentes medios el único responsable es el propio gobierno, sea el color político que sea. El medio perjudicado está en su derecho a denunciar las prácticas de uno u otro y el ciudadano a elegir a los que consideremos que gestionarán mejor nuestros dineros. ABC de la democracia que tenemos en este país.  Pobre “libertad de expresión” cuando tenemos que invocarla tantas veces.

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