CADA DÍA MÁS DIFÍCIL


La cuestión que en su día planteó Shakespeare en Hamlet “ser o no ser” se traslada con más frecuencia de la debida a la escena política española, bueno en este caso catalana. Antes de entrar en materia y escribir sobre lo que ha sido la quintaesencia de la incoherencia. Me gustaría anunciar a bombo y platillo, vamos desde este espacio que tan generosamente me cede el Diario de Teruel, que hago huelga de escribir sobre la huelga, porque me he solidarizado con un pequeño autónomo de Granada a quien a las 00 horas y 10 minutos cuando estaba recogiendo los enseres de su bar para cerrar cumplimiento de las “órdenes” de los sindicalistas, uno de los piquetes informativos se tomó la justicia por su mano y le rompió los cristales de su local. Sólo por eso hay que poner en entredicho cualquier resultado político de la huelga. De verdad señores de uno y otro lado, quédense ustedes con lo suyo y déjennos a los españolitos trabajar, divertirnos, viajar, vamos llevar una vida normal.

Dicho esto vayamos a la cuestión principal a ese “ser o no ser” del bueno de Hamlet. Lo primero que se me ocurre es preguntar ¿el animal, toro, que sale a las calles de los pueblos donde hay “exhibición de ganado vacuno” (Teruel), “bous al carrer” (Comunidad valenciana) y “correbous” (Catalunya) sufre o no sufre?

Según el Parlamento de Catalunya en resolución de hace quince días, no. No sufre porque donde hay votos los toros no sufren y por ello los autoriza. Eso si con medidas paliativas para que una vez en la calle al toro se le acompañe en procesión para que no tenga una hipertensión, no sea que vayamos a tener un disgusto. Al “toro embolado” se le deberá aplicar una terapia de sicoanálisis para que en el momento de ser atado y se le ponga el yuguete o corneta sepa que es por su bien y en base a la votación soberana del Parlamento de Catalunya y no como pasaba con sus hermanos en la Plaza Monumental de Barcelona donde se les aplicaba una vergonzante tortura y posterior muerte.

Triste final para unos animales que nacen, crecen y mueren con la gallardía que llevan en su raza. Menos mal que en la “Catalunya nord” la incoherencia no ha llegado y se mantienen las tradiciones y el respeto por una raza animal como es el toro bravo.

Señoras y señores diputados de la mayoría, minoría y escaños sueltos en el Parlamento de Catalunya se ofrecen lecciones de “coherencia” a módicos precios.

Leave a Reply


[x] Cerrar
E-mail